miércoles, 27 de enero de 2010

POLÍTICA Y MORAL

Continuamos compartiendo la excelente reflexión de Abraham Jiménez Fernández muy apropiada para el 2010: “Una persona que tiene a su responsabilidad la administración de una entidad pública, sujeta al servicio social, debe tener la mayor integridad espiritual que sea posible y un profundo discernimiento para entender el sentido de la existencia humana, porque sus funciones están limitadas pura y simplemente a su investidura ya que todas las actitudes pragmáticas constituyen la voluntad, no de una persona común, sino, de un funcionario que tiene a su vez en sus manos decidir sobre el destino de los demás ciudadanos, y las mismas serán en provecho o perjuicios de todos, de modo, que cuando se tiene el poder la situación puede ser grave si no se actúa con verdadera prudencia y con verdaderos criterios lógicos.

Cuando una persona que ha contraído un deber para con su patria desde el momento de su juramentación al frente del Estado y ha de cumplir con una serie de responsabilidades delegadas por la misma sociedad, para propiciar su bienestar engaña, es algo sumamente preocupante.

Si se tiene conciencia y raciocinio del bien común no debería haber ningún motivo para engañar, al contrario, debería haber transparencia en toda su labor, para mantener la confianza y el respeto de lo demás, pero lamentablemente esto es quizás de lo que más carecen la mayoría de nuestros políticos porque se ha demostrado a través de los años que aspiran llegar a la administración pública para ultrajar y enriquecerse ilícitamente a costa del sacrificio de un pueblo hambriento y desesperanzado.

Lamentablemente mucha gente cree que la moral es una serie de impedimentos arbitrarios al disfrute de la vida. La moral no es simplemente un conjunto de reglas para guiar nuestra conducta.

La vida moral, para decirlo de forma bien sencilla, es la vida del amor: el amor a Dios y el amor al prójimo. Pero el amor no es algo sin forma, necesita un rostro bien definido. Los mandamientos y las virtudes configuran el rostro del amor, pues nos dicen qué constituye amor auténtico y qué no.

El ser humano debe siempre procurar que sus acciones colinden con las normas que rigen la sociedad, para así vivir en paz con Dios y con la humanidad.

Las sociedades han ido perdiendo la credibilidad en quienes se promueven cada año electoral para ocupar un cargo público y cada día a los llamados políticos le será más difícil convencer a un pueblo que tiene tantas huellas y tanto sufrimiento a lo largo de su historia. Parece que ser político y la moral no coinciden en sus caracteres” (ver artículo relacionado "MEDIOS Y DEGRADACIÓN SOCIAL en http://recursossinlimites.blogspot.com/).

No hay comentarios: