PERFIL
Fue presidente de la Asamblea Nacional a los 30 años de edad, entre 1991 y 1992. Presidió el Partido Panameñista entre enero de 2005 y agosto de 2006. Nació el 28 de febrero de 1961. Hijo de Juan G. Ameglio, descendiente de italianos, y de Ofelia E. Samudio, chiricana. Está casado con Xenia Carles de Ameglio y tiene dos hijos: Marco y Roberto.
El rostro de Marco Ameglio se ha tomado las calles de la ciudad. La valla gigante con su cara estampada y la separata amarilla distribuida en los diarios muestran sus intenciones: "Voy de frente".
Ameglio, al igual que Juan Carlos Varela y Alberto Vallarino, compite por la candidatura presidencial del Partido Panameñista el próximo 6 de julio. Por segunda vez este político de carrera, de 46 años de edad, aficionado a la carreras de obstáculos en motocicleta, quiere llegar a la Presidencia de la República.
Ya lo intentó en 2003 contra Víctor Juliao y José Miguel Alemán, "en un proceso desigual y antidemocrático" que —según dice— le sirvió como peldaño en su carrera. "Porque la carrera política no es una plataforma; es una escalera".
Se inició en la vida política a finales de 1970 durante la dictadura militar, dentro del movimiento liberal en los tiempos del llamado "veranillo democrático" cuando estaba en quinto año del Colegio Javier. Empezó como suplente del fallecido legislador Mario J. De Obaldía en 1984 y estuvo ligado al diario Extra, que nació para combatir la dictadura.
En 1989, entró a la carpa grande de la política cuando se convirtió en legislador, en una elección en la que el Partido Liberal postuló al panameñista Guillermo Endara, que obtuvo una contundente victoria contra el candidato de la dictadura, el perredista Carlos Duque Jaén. De ahí en adelante fue electo legislador por tres períodos consecutivos.
En su oficina –donde es vicepresidente de la Sociedad de Alimentos de Panamá S.A. (Bonlac)– en Brisas del Golf, cuenta su historia y sus sueños. Una sola pregunta basta. Se encienden sus resortes y empieza a hablar.
Paradójico. Fue diputado y ninguno de los 16 panameñistas que está en la Asamblea lo respalda; todos se fueron con Vallarino y Varela.
Mi carrera no es un vehículo para remolcar aspiraciones personales de desgastados diputados, alcaldes o representantes de corregimiento. Esta es la campaña de Marco Ameglio, con un proyecto de país y no la de otros. Para eso tienen a otro Santa Claus.
¿Le salió caro sacar a Mireya Moscoso de la dirigencia del partido?
Cuando hice la lucha interna en el Partido Panameñista, no era para sacar a Mireya Moscoso. Lo hice porque viví en carne propia la falta de democracia en 2003 en las internas. Recuerde, cuando Francisco Artola se enfrenta a Moscoso, él termina saliendo del partido; igual pasó cuando lo hizo Guido Martinelli; y asimismo ocurrió en 1998 con Alberto Vallarino y su jefe de campaña, Juan Carlos Varela. Y luego Guillermo Endara repite la historia en 2001.
En 2004, después de la derrota electoral, inicié el Movimiento de Rescate Panameñista, donde logré el 70% de los convencionales con lo que pude –en enero de 2005– acceder al poder en una convención.
¿Fue un pacto?
Ningún pacto. En política uno no sale con las cabezas guindando, sino con logros concretos. La política no es una ciencia de valor absoluto, sino de hacer lo posible. Lo irónico es que quienes hablaron de pacto eran los mismos que habían llegado a la convención con un pacto y no pudieron ganarme en las primeras tres votaciones. Yo quería accidentar lo menos posible el partido. Y ella se me acercó y se comprometió a renunciar en un plazo de 60 días. Por ser la viuda del Dr. Arnulfo Arias tenía que tener una consideración. El partido estaba desacreditado, frente a un gobierno que iniciaba con políticas impopulares. Reformamos el estatuto estableciendo las elecciones primarias y abrimos los libros de inscripción. ¿Que si trabajé para mis adversarios? No me importa. Yo sí ayudé a construir un escenario diferente entre enero de 2005 y agosto de 2006 cuando dirigí el partido. Las huestes de quienes dirigían el partido en ese momento votaron en contra de los cambios pese a que hoy se vanaglorian de ellos. Y todo por una absurda lucha de egos.
Está a favor de una Constituyente. Eso significa que si lo eligen en 2009 puede perder el poder.
Hay que sentar las bases de una nueva República. En los primeros 18 meses impulsaré la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Y es que ni el Órgano Ejecutivo, ni el Legislativo, ni el Judicial son capaces de autocorregirse. Es el único camino, más allá de si es Constituyente paralela o no. Claro que hay un riesgo político para el poder constituido, pero el poder nace del pueblo. Si hasta allí llegase mi mandato, esa será la voluntad del soberano.
¿Qué piensa de la administración Torrijos?
Tenemos un Presidente que se ha dedicado a viajar y a nombrar comisiones.
Hay que destinar recursos a los principales problemas, como dotar a la policía de más unidades, más capacitación, tomar decisiones inmediatas sobre la crisis del transporte y aumentar el presupuesto de educación. El Gobierno sigue endeudándose y derrochando los fondos públicos, provenientes de la salvaje reforma tributaria. Y peor: ahora tenemos Prodec sin licitación, que no es otra cosa que las tan cuestionadas partidas circuitales. Cuidado y nos ocurre otro desfalco como en el FECE. Se requiere de alguien que tome decisiones en los primeros 20 meses como lo he propuesto en mi plan de gobierno. No se necesitan falsos profetas, oportunistas, que se nos quieren vender como impolutos.
¿Cuánto pretende invertir en la campaña?
No sé cuánto. Solo sé que si acaso un cuarto de lo que gastarán otros. A mí me respaldan los que creen en mi propuesta, no porque los contraté, ni porque los compré ni porque les ofrecí pagarles sus campañas. No he llegado alardeando de mi estado financiero. Otros, que han estado alejados del partido, sí andan viendo cómo compran figuritas.
Y si eso define el futuro de una elección interna, verdaderamente me preocupa el futuro de la democracia. Recuerde que no hay tope de financiamiento y tampoco hay transparencia. En 2004 remití mi informe al Tribunal Electoral de lo que me gasté en la campaña para la Alcaldía. Esta no debe ser una campaña para convencer con el oro de las chequeras, sino con el brillo de las ideas. Ojalá los más de 200 mil panameñistas inscritos sepan que hay que separar la nata de la leche. Periodista Juan Luis Batista, publicado originalmente por La Prensa el 3 de febrero de 2008.
Fue presidente de la Asamblea Nacional a los 30 años de edad, entre 1991 y 1992. Presidió el Partido Panameñista entre enero de 2005 y agosto de 2006. Nació el 28 de febrero de 1961. Hijo de Juan G. Ameglio, descendiente de italianos, y de Ofelia E. Samudio, chiricana. Está casado con Xenia Carles de Ameglio y tiene dos hijos: Marco y Roberto.
El rostro de Marco Ameglio se ha tomado las calles de la ciudad. La valla gigante con su cara estampada y la separata amarilla distribuida en los diarios muestran sus intenciones: "Voy de frente".
Ameglio, al igual que Juan Carlos Varela y Alberto Vallarino, compite por la candidatura presidencial del Partido Panameñista el próximo 6 de julio. Por segunda vez este político de carrera, de 46 años de edad, aficionado a la carreras de obstáculos en motocicleta, quiere llegar a la Presidencia de la República.
Ya lo intentó en 2003 contra Víctor Juliao y José Miguel Alemán, "en un proceso desigual y antidemocrático" que —según dice— le sirvió como peldaño en su carrera. "Porque la carrera política no es una plataforma; es una escalera".
Se inició en la vida política a finales de 1970 durante la dictadura militar, dentro del movimiento liberal en los tiempos del llamado "veranillo democrático" cuando estaba en quinto año del Colegio Javier. Empezó como suplente del fallecido legislador Mario J. De Obaldía en 1984 y estuvo ligado al diario Extra, que nació para combatir la dictadura.
En 1989, entró a la carpa grande de la política cuando se convirtió en legislador, en una elección en la que el Partido Liberal postuló al panameñista Guillermo Endara, que obtuvo una contundente victoria contra el candidato de la dictadura, el perredista Carlos Duque Jaén. De ahí en adelante fue electo legislador por tres períodos consecutivos.
En su oficina –donde es vicepresidente de la Sociedad de Alimentos de Panamá S.A. (Bonlac)– en Brisas del Golf, cuenta su historia y sus sueños. Una sola pregunta basta. Se encienden sus resortes y empieza a hablar.
Paradójico. Fue diputado y ninguno de los 16 panameñistas que está en la Asamblea lo respalda; todos se fueron con Vallarino y Varela.
Mi carrera no es un vehículo para remolcar aspiraciones personales de desgastados diputados, alcaldes o representantes de corregimiento. Esta es la campaña de Marco Ameglio, con un proyecto de país y no la de otros. Para eso tienen a otro Santa Claus.
¿Le salió caro sacar a Mireya Moscoso de la dirigencia del partido?
Cuando hice la lucha interna en el Partido Panameñista, no era para sacar a Mireya Moscoso. Lo hice porque viví en carne propia la falta de democracia en 2003 en las internas. Recuerde, cuando Francisco Artola se enfrenta a Moscoso, él termina saliendo del partido; igual pasó cuando lo hizo Guido Martinelli; y asimismo ocurrió en 1998 con Alberto Vallarino y su jefe de campaña, Juan Carlos Varela. Y luego Guillermo Endara repite la historia en 2001.
En 2004, después de la derrota electoral, inicié el Movimiento de Rescate Panameñista, donde logré el 70% de los convencionales con lo que pude –en enero de 2005– acceder al poder en una convención.
¿Fue un pacto?
Ningún pacto. En política uno no sale con las cabezas guindando, sino con logros concretos. La política no es una ciencia de valor absoluto, sino de hacer lo posible. Lo irónico es que quienes hablaron de pacto eran los mismos que habían llegado a la convención con un pacto y no pudieron ganarme en las primeras tres votaciones. Yo quería accidentar lo menos posible el partido. Y ella se me acercó y se comprometió a renunciar en un plazo de 60 días. Por ser la viuda del Dr. Arnulfo Arias tenía que tener una consideración. El partido estaba desacreditado, frente a un gobierno que iniciaba con políticas impopulares. Reformamos el estatuto estableciendo las elecciones primarias y abrimos los libros de inscripción. ¿Que si trabajé para mis adversarios? No me importa. Yo sí ayudé a construir un escenario diferente entre enero de 2005 y agosto de 2006 cuando dirigí el partido. Las huestes de quienes dirigían el partido en ese momento votaron en contra de los cambios pese a que hoy se vanaglorian de ellos. Y todo por una absurda lucha de egos.
Está a favor de una Constituyente. Eso significa que si lo eligen en 2009 puede perder el poder.
Hay que sentar las bases de una nueva República. En los primeros 18 meses impulsaré la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Y es que ni el Órgano Ejecutivo, ni el Legislativo, ni el Judicial son capaces de autocorregirse. Es el único camino, más allá de si es Constituyente paralela o no. Claro que hay un riesgo político para el poder constituido, pero el poder nace del pueblo. Si hasta allí llegase mi mandato, esa será la voluntad del soberano.
¿Qué piensa de la administración Torrijos?
Tenemos un Presidente que se ha dedicado a viajar y a nombrar comisiones.
Hay que destinar recursos a los principales problemas, como dotar a la policía de más unidades, más capacitación, tomar decisiones inmediatas sobre la crisis del transporte y aumentar el presupuesto de educación. El Gobierno sigue endeudándose y derrochando los fondos públicos, provenientes de la salvaje reforma tributaria. Y peor: ahora tenemos Prodec sin licitación, que no es otra cosa que las tan cuestionadas partidas circuitales. Cuidado y nos ocurre otro desfalco como en el FECE. Se requiere de alguien que tome decisiones en los primeros 20 meses como lo he propuesto en mi plan de gobierno. No se necesitan falsos profetas, oportunistas, que se nos quieren vender como impolutos.
¿Cuánto pretende invertir en la campaña?
No sé cuánto. Solo sé que si acaso un cuarto de lo que gastarán otros. A mí me respaldan los que creen en mi propuesta, no porque los contraté, ni porque los compré ni porque les ofrecí pagarles sus campañas. No he llegado alardeando de mi estado financiero. Otros, que han estado alejados del partido, sí andan viendo cómo compran figuritas.
Y si eso define el futuro de una elección interna, verdaderamente me preocupa el futuro de la democracia. Recuerde que no hay tope de financiamiento y tampoco hay transparencia. En 2004 remití mi informe al Tribunal Electoral de lo que me gasté en la campaña para la Alcaldía. Esta no debe ser una campaña para convencer con el oro de las chequeras, sino con el brillo de las ideas. Ojalá los más de 200 mil panameñistas inscritos sepan que hay que separar la nata de la leche. Periodista Juan Luis Batista, publicado originalmente por La Prensa el 3 de febrero de 2008.
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