martes, 20 de abril de 2010

LA ERRADICACIÓN DE TODAS LAS FORMAS DE VIOLENCIA

La ley 14 publicada en Gaceta Oficial, no penaliza la protesta social como algunos han expuesto equívocamente. No criminaliza la protesta, sino penaliza la violencia que siempre ha sido considerada por nuestra legislación como un cáncer social.

Al analizar su contenido observamos que, el acto delictivo se configura al: 1. Cerrar la calle impidiendo el libre tránsito 2. Haciendo uso de la violencia, 3. Causar daños a terceros, sea propiedad pública o privada, de lo que se infiere el infractor debe reunir esos 3 elementos. Con respecto a la sanción penal, esta va de 6 meses a 2 años, es decir no necesariamente 2 años. De no darse los otros 2 elementos que acompañen a la obstrucción del libre tránsito, este se seguirá tratando con una sanción administrativa por la justicia de policía.

No vamos a enredar a nadie con citas de artículos, pero, debemos puntualizar que a discreción del juzgador, para un delito con pena de prisión inferior a los 2 años –que es este el caso- y previa confirmación que es delincuente primario, la pena impuesta es fácilmente conmutable por días multa, según nuestro ordenamiento penal existente, lo que se conoce como suspensión de la pena.

En su defecto, digamos que el juez condeno a 2 años al infractor, aún todavía queda a utilizar por la defensa la solicitud de reemplazo de pena de prisión por días multa, cuyo requisito es que la penalidad sea inferior a los 3 años y que sea delincuente primario.

Cabe señalar, que dentro del catálogo de penas sustitutivas también se encuentra el trabajo comunitario. Surge la pregunta ¿Que hacer para reclamar el daño causado a terceros? El legislador patrio ya prevé como requisito para las penas sustitutivas resolver primero la situación del daño, es decir la responsabilidad civil derivada del delito.

Reiteramos que esta legislación se concatena con otras del orden jurídico y social y que son necesarias para el mantenimiento de la paz social, la protección de los derechos constitucionales y la erradicación de la violencia de nuestro Panamá.

miércoles, 14 de abril de 2010

DECIMOS LO QUE OTROS CALLAN

Cuando me comprometí en esta cruzada por la verdad al informar, sea en nuestro programa de radio, en mis columnas de opinión en los diarios de circulación nacional o de manera personal en cualquier foro, lo hago a riesgo. Sé que la verdad es a menudo incomoda.

La verdad incomoda a los poderosos. “Decimos lo que otros callan” más que un eslogan, es un estilo de vida. Algo está pasando con el tema seguridad en Panamá o debo decir “inseguridad” que no parece incomodarles a más de cuatro.

Peor aún a muchos miembros de nuestra sociedad no parece incomodarles vivir en medio de la violencia. Por supuesto, si eres un académico y defensor de los derechos “humanos” y nunca has tenido que pasar por el trance de ver morir a un hijo, padre o madre, víctimas de la violencia, en virtud de la ola de delincuencia que sacude el país, no te importara seguir con tu jueguito retorico y hacer gala de tu profundo sentimiento “cristiano” por los homicidas.

Lamentablemente, la gente de pueblo, no tenemos tiempo para perder filosofando sobre criterios existencialistas. Preferimos ser ignorantes, explicando con sencillez nuestra petición para que todo el mundo entienda. Cuando llegamos al desparpajo de no sufrir que le desparraman los sesos a un niño de 12 años, cuando no nos da vergüenza ser tolerantes con el crimen, comprendemos que algo grave está pasando con nuestra sociedad, preferimos no filosofar sino ACTUAR.

Confieso ante Dios y ante la faz del país que ya estoy harto de tanta basura, pero sobretodo estoy harto que gente decente inocente muera y nadie hace gran cosa por parar esto. Junto a otros ciudadanos decentes de este país, estamos solicitando al Presidente de la República que entre otros temas, someta al escrutinio público el tema de la PENA DE MUERTE.

Solicitamos que se considere en plebiscito y que el pueblo decida si quiere que se aplique la pena de muerte para los que cometen homicidios con saña y crueldad, que se someta a la pena capital aquellos que harto han demostrado con sus hechos criminales continuos y bestialidad homicida, no van a cambiar ¡para aquellos que las palabras resocialización y respeto por la vida es un mero chiste!

Leí con detenimiento la entrevista que le hizo una distinguida periodista de este país al padre de Daniel Carrizo. Padre de adolescentes, muchos sentimientos inundaron mi alma y me eche a llorar, al comprender la situación en que este hombre de Dios y padre ejemplar se encuentra junto al resto de la familia sobreviviente.

Por ello, como dijo el licenciado Zappi “nuestra meta es que el tema de Pena Capital para criminales violentos sea llevada a consulta ante el único soberano: EL PUEBLO PANAMEÑO. Los apologistas de la criminalidad tendrán sus argumentos para desvirtuar la conveniencia de la eficaz medida”, háganlos valer.

Pregunto en letras mayúsculas: ¿CUÁL ES EL TEMOR A QUE EL PUEBLO SEA CONSULTADO SOBRE LA APLICACIÓN DE LA PENA DE MUERTE A HOMICIDAS BRUTALES?

sábado, 10 de abril de 2010

COMO PUEDO LOGRAR EL PERDÓN DE DIOS?

Esta es una pregunta que muchos ven de difícil respuesta. No obstante, hace dos mil años Jesús el Maestro nos explico en la parábola del fariseo y el publicano en Lucas 18:9-14, que se trata de la prevalencia de la humildad frente a la soberbia. Es la importancia del arrepentimiento sincero en contraste con aquel que siempre piensa bien de sí mismo y en una permanente actitud de autojustificación, no espera ser justificado por el único que puede hacerlo: DIOS.

Nosotros hombres falibles, no nos decantamos por mostrar las ricas facetas de la vida de Jesús de Nazareth. Jesús era un educador por excelencia. Siempre buscaba los relatos que expresaban la vivencia de su pueblo para enriquecer un dialogo constructivo con la gente sencilla y humilde. Por eso les hablaba en parábolas.

“A unos que confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano” (v.9-10).

Acerca de la oración, podemos decir que al igual que las antiguas costumbres de oriente medio, la oración pública en el Templo se hacía de mañana y en la tarde a horas determinadas, en cambio la oración privada, al igual que ahora, se hacía a cualquier hora.

Obviamente estamos ante una oración pública, pero, definamos los personajes. El publicano en la sociedad del tiempo de Jesús era un individuo despreciado, era el recaudador de impuestos para el Imperio Romano, en pocas palabras, un odiado y estigmatizado traidor.

El fariseo era un individuo religioso, devoto, fiel cumplidor de las obligaciones religiosas y normalmente juzgador de quién no las cumple.

“El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: "Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, diezmo de todo lo que gano” (vs. 11-12).

Solo la descripción de todo lo que hacía en términos de su fe religiosa, es señal de autojustificación. En su subconsciente era tan buena persona que no necesitaba del perdón de Dios.

“Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "Dios, sé propicio a mí pecador” (v. 13).

Hoy gracias al sacrificio de Jesús no necesitas hacer penitencia, ni pagar manda para ser perdonado o que Dios te conceda algo. Golpearse el pecho era un símbolo de contrición, el publicano estigmatizado no necesito de mucho palabrerío, ni de señales externas que reclama el fariseo, para que Dios escuchara su oración.

A simple vista ambos se veían iguales en su devoción y búsqueda de Dios, pero Dios ve más allá y discierne hechos, palabras, y las intenciones del corazón.

La actitud del publicano al reconocer “yo soy un pecador”, es la forma cómo podemos lograr el perdón de Dios. Esa fe demostrada en genuino arrepentimiento, es lo que hace que Jesús nos pondere por encima de cualquier religioso o práctica religiosa al decir:

“Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido»” (v. 14).

Al parecer a Jesús le gusta “voltearnos la cara” acerca de cómo nos vemos nosotros mismos y nuestros humanos conceptos preconcebidos de justicia y derechos. Justificado aquí se traduce como perdonado y reconciliado con Dios. Jesús concluye con esta frase célebre, pero que tanto me cuesta practicar: “El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.