Hace poco asistí a un Foro sobre la actualidad política del país. Aparte de las distinguidas personalidades, felicito a Jair Leis y al Instituto para la Consolidación de la Democracia de la Universidad Latina por tan notable esfuerzo. Particularmente me llamó la atención la participación del Apóstol Manuel Ruíz, hombre de gran dominio de la palabra y acostumbrado a una exposición sostenida, nada difícil para alguien educado y acostumbrado a hablarle a multitudes de distintas clases sociales. Conocedor del dominio de la palabra y la inspiración que Dios mismo nos da, con mucha humildad debo confesar que el hombre que sirve en el ministerio –llámese reverendo, obispo, monseñor u apóstol- esta preparado casi para todo e incluso, no se puede negar que lleva cierta ventaja sobre el resto de los políticos. Llámele por su nombre: credibilidad derivada de valores y principios éticos. Honestidad por ejemplo ¡que pena que sea una cosa tan difícil en la practica política! Otra verdad de a puño es que a los políticos profesionales que ya llevan buen trecho recorrido, el pueblo les conoce todas las sañas y mañas. De este tema tan delicado, hoy día es ejemplo monseñor Fernando Lugo en el Paraguay, quien puso fin a 60 años del Partido Colorado en el poder. ¿También tendrá la capacidad de poner fin a todas las corruptelas que se acumularon en ese espacio de tiempo? Trabajo nada fácil y envidiable para un novel presidente. ¿Llegó a ese sitial de preferencia del electorado porque es un hombre de Dios? En lo personal creo que esto si influyó mucho, pero no es solo por la imagen de cuello clerical. Siendo evangélico vale la pena destacar que muchos de nuestros líderes evangélicos nacionales, piensan que por el hecho de ser ministro de Dios, casi tienes asegurado el puesto en una elección.
Quedo demostrado en el Foro que se hace necesario hoy más que nunca parámetros éticos para participar en política. Por eso no tiene ningún sentido la respuesta del reverendo: “...en la Iglesia Evangélica no tenemos ningún problema con los gays, es más amamos a los gay”. Dicha respuesta debió enfocarse -con respeto- a parámetros éticos que permitieran a la mayoría de los jóvenes presentes una orientación moral. Precisamente esa es la disyuntiva política ¿Debo actuar bajo principios o debo aprovechar el momemtum? Si elijo lo segundo ¿Qué nos diferenciaría entonces del resto de los políticos? Como lo ven, en Panamá yerran aquellos que piensan que “llevan chance”, porque eso surge de ser evangélico, como por osmosis, mientras aventuran entrar al ruedo político, además de ignorar que no basta con ser pastor o “apóstol” y que nuestra cultura es diametralmente distinta a la norteamericana, de la cual se hacen eco. Aparte de los valores que he mencionado, se hace necesario la base previa de una identidad con la comunidad, cientos de años de influencia social, y una inequívoca experiencia política. Si de seguir el modelo norteamericano se trata, entonces también debemos abstenernos de utilizar los pulpitos para vocerías políticas, así como establecer que nuestros ministros no deben participar como candidatos sin dejar el ejercicio pastoral. Da el caso, que muchos locales pretenden ser candidatos y ser ministros de Dios al mismo tiempo para poder utilizar la grey como caudal político, absurda bicefalia que fue visible en la campaña panameña pasada, para vergüenza nuestra aupada en los medios con bombos y platillos por partidos disímiles. No hay nada de malo en ser evangélico y ser político, lo que hay que hacer es ¡no meter la pata tan seguido y hacer las cosas bien! Ojala podamos hacer una diferencia ética en esta campaña y no comprometamos el sagrado nombre de nuestro Dios en vano.
Ver artículo relacionado: http://recursossinlimites.blogspot.com/2008/03/evanglicos-polticos-ac-y-all.html